Pozo nuevo
TRAYECTO Circular
LONGITUD 1,9 km
TIEMPO ESTIMADO 50 minutos
DIFICULTAD Baja
TIPO CAMINO Senda
PAISAJE/VEGETACIÓN Encinares acompañados de monte mediterráneo y pinares de repoblación. Vistas panorámicas a la sierra del Puntal y al Valle del Río Grande. Grandes cerros con laderas tapizadas por espesa vegetación.
SOMBRA Abundante
AUTORIZACIÓN ESPECIAL No es necesaria
RECOMENDACIONES Prismáticos.
PROVINCIA / MUNICIPIOS Jaén / Baños de la Encina
HOJAS DEL MTN 150.000
862 – Santa Elena
COORDENADAS INICIO / FINAL
38º 20′ 28,01” N – 3º 43′ 43,64” 0
38º 20′ 27,78” N – 3º 43′ 45” 0
CÓMO LLEGAR En la Autovía A-4 E-5, a la altura de La Carolina tomaremos la salida 270, para seguir por la carretera JA-6100, la cual nos conducirá hasta El Centeníllo. A la entrada del pueblo sale una calle a mano derecha que rodea al pueblo hasta llegar al inicio del sendero.
APARCAMIENTOS El vehículo lo tendremos que estacionar en el poblado del Centeníllo, y subir un poco a pié hasta el inicio del sendero.
TRANSPORTE PÚBLICO
No hay servicios en el entorno.
OTROS SENDEROS
El parque natural ofrece otro recorrido, próximo se encuentra el sendero Cerrillo del Plomo.
PERFIL DEL RECORRIDO
DESNIVEL MÁXIMO 62 m
COTA MÁXIMA 870 m
COTA MÍNIMA 808 m
El sendero que nos ocupa se encuentra situado en la localidad de Baños de la Encina aldea del Centeníllo, un antiguo poblado minero que alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIX. Debido a la gran importancia que tuvo la minería en este lugar, a lo largo de nuestro recorrido podremos observar restos de la actividad minera, túneles, chimeneas o la Mina de Pozo Nuevo, donde todavía quedan en pie algunos edificios. Además, disfrutaremos de unas increíbles vistas panorámicas del Valle del Río Grande y de la Sierra del Puntal.
Mina de Pozo Nuevo
Empezaremos nuestro recorrido (ver [1] en el mapa) caminando por lo que en su momento fue una vía de ferrocarril minero [2], que hoy en día ha sido invadida por los pinos píñoneros, mientras que a nuestra derecha veremos el valle del Río Grande encajonado entre cerros con laderas de gran pendiente.
Además de los pinos píñoneros, a lo largo de nuestro recorrido nos acompañarán especies típicas del monte mediterráneo, tales como encinas, alcornoques, jaras, romero o cantueso. Todas ellas harán de este un paisaje típico mediterráneo en un enclave único, junto a una aldea no menos singular.
Continuaremos nuestro camino paseando entre la vegetación y disfrutando del ambiente, para llegar al punto más interesante del recorrido: los restos de una antigua mina conocida como Pozo Nuevo [3]. Una vez aquí no podemos pasar sin detenernos a observar los restos de los edificios que albergaban la maquinaria de la mina. Dicho pozo, que cuenta con una profundidad de 570 metros, comenzó a excavarse en 1917 y estuvo utilizándose hasta 1963.
Mirador
Pero este lugar no solo es singular por su pozo, sino por las increíbles vistas que nos brinda su mirador [4]. Desde el mismo se puede observar una espectacular panorámica de parte de los montes de Sierra Morena limítrofes con la província de Ciudad Real.
Desde aquí podemos visualizar fácilmente los dos tipos de rocas que afloran, pizarras y cuarcitas. Esta diferencia de materiales se hace notar también en la existencia de vegetación diferente. Así, las zonas de cuarcita, donde el relieve se caracteriza por su pendiente y la dureza de la roca, constituyen un paisaje de riscos y crestas serranas. Prueba de ello es la Sierra del Puntal, donde si tenemos unos prismáticos podremos llegar a ver las manchas blancas en la roca, consecuencia de los excrementos de los buitres leonados que anidan en sus paredes. En cambio, sobre las pizarras la vegetación encuentra un medio más favorable, distinguiéndose claramente las repoblaciones de pinos piñoneros del encinar autóctono, el cual tiene un tono verde más suave y apagado que el pinar. Desde aquí también tendremos una buena perspectiva
del valle del Río Grande.
Tras detenernos a disfrutar de las increíbles vistas continuaremos nuestro
recorrido por una estrecha senda, la cual va rodeando el cerro a la vez que toma cierta altura.
Este sendero discurre por una espesa mancha de jarra pringosa, lugar muy frecuentado por el jabalí. El camíno nos conducirá hasta el punto más alto del recorrido [5], donde tendremos la oportunidad de ver por última vez la Sierra del Puntal y el Montón de Trigo por un lado, y por el sur tendremos ante nosotros una vista general del pueblo del Centenillo y de la Mina Pozo Mirador. Desde aquí descenderemos por un cortafuego con cautela.
Túnel
Y para terminar, el sendero nos aguarda una sorpresa, pues tendremos que pasar a través de un antiguo túnel ferroviario [6] de unos 80 metros de longitud, el cual nos llevará al inicio del sendero. Si sufrimos de claustrofobia, tendremos la posibilidad de dar un rodeo y llegar al punto de inicio sin necesidad de pasar por este túnel.
EL CENTENILLO
La historia de esta pequeña localidad está íntimamente ligada a las minas de sus alrededores. Nos tenemos que remontar hasta el siglo II a. de C., cuando los romanos ya explotaban las minas para la extracción de plomo y plata que exportaban al resto del imperio. Sin embargo la actividad minera no se retomó hasta finales del siglo XIX, cuando los ingleses realizaron intensas prospecciones en busca de los restos de plomo y plata que los romanos dejaron sin explotar. Concretamente fue en el año 1867, cuando los británicos, que ya explotaban las minas de Linares, inician de nuevo los trabajos, creando la entidad Sociedad Especial Minera Río Grande, que años más tarde pasó a denominarse Minas del Centenillo, ya con capital español. Esta intensa actividad minera finalizó en 1964, fecha en la que se clausuraron todas las minas y se desmontó toda la maquinaria después de 100 años de actividad.
Sin embargo la influencia de los ingleses quedará marcada en el tiempo por la arquitectura del pueblo, el cual tiene bastante parecido a los pueblos mineros de la campiña inglesa.
Actualmente El Centenillo es una zona muy apreciada para el turismo rural, donde los visitantes buscan la calma y la melancolía de tiempos pasados que se respiran por sus solitarias calles.